Thunderbolts* - ¿Debes verla?
La película Thunderbolts* explora el dolor, la redención y el poder de sanar en grupo, con antihéroes rotos que se atreven a ser diferentes dentro del UCM.
El Collecto
4/30/20255 min read


Thunderbolts*
Un grupo de antihéroes rotos descubre que salvarse a sí mismos puede ser más difícil que salvar al mundo, en una historia que mezcla caos, humor y redención.
Una historia de caos emocional con alma de blockbuster
En un mundo donde los superhéroes suelen ser nobles, luminosos y predecibles, Thunderbolts* se atreve a explorar lo roto. Con una mezcla de melancolía, cinismo y humanidad, la película dirigida por Jake Schreier (Ciudades de papel) propone algo diferente: una historia sobre quienes viven en las grietas del sistema. Con un guion coescrito por Eric Pearson (Black Widow) y Joanna Calo (The Bear), esta cinta encuentra equilibrio entre el espectáculo y la introspección, apostando por la intimidad emocional en medio de explosiones y espionaje. No es una historia de redención cualquiera; es una sobre personajes que intentan sobrevivirse a sí mismos mientras buscan un nuevo propósito.
¿De qué trata Thunderbolts*?
En su intento por lavar su imagen pública, Valentina Allegra de Fontaine (Julia Louis-Dreyfus) recluta a un grupo de figuras comprometidas moralmente: mercenarios, soldados caídos en desgracia y antiguos villanos con pasados que los persiguen. El equipo incluye a Yelena Belova (Florence Pugh), Bucky Barnes (Sebastian Stan), Red Guardian (David Harbour), John Walker (Wyatt Russell), Ghost (Hannah John-Kamen), Taskmaster (Olga Kurylenko) y Bob (Lewis Pullman), un nuevo elemento tan misterioso como perturbador. La misión secreta que deben ejecutar pronto revela sus verdaderas intenciones, obligando al equipo a enfrentar no solo amenazas externas, sino también los traumas que los han convertido en quienes son. Son marginados usados por un sistema corrupto… y ahora, son el plan de emergencia de ese mismo sistema.
¿Vale la pena la película Thunderbolts*?
Thunderbolts* no redefine el género, pero sí lo reorienta hacia un camino más honesto, donde la vulnerabilidad y la redención tienen tanto peso como los puñetazos y efectos especiales. Es una película que devuelve la fe en que Marvel Studios todavía puede arriesgar, explorar nuevas texturas emocionales y ofrecer una propuesta fresca en medio del desgaste generalizado del universo que creó. La escena postcréditos promete una evolución aún más ambiciosa para este equipo disfuncional, dejando la puerta abierta a lo que podría ser una de las ramas más interesantes del Universo Cinematográfico de Marvel en años recientes.
Un guion equilibrado
Pearson y Calo encuentran en Thunderbolts* un punto medio casi extinto dentro del UCM: un guion que permite que la historia respire. No se trata de apilar escenas de acción o cameos, sino de construir algo con peso emocional. Aquí cada diálogo, cada pausa, tiene un propósito. El humor existe, sí, pero no interrumpe ni sabotea: nace de la torpeza emocional del grupo, de su incapacidad para conectar o trabajar juntos. A diferencia de otras entregas del universo Marvel, esta no sacrifica las emociones en nombre del espectáculo. La narrativa tiene espacio para detenerse, observar a sus personajes, dejar que sus heridas hablen antes de regresar al caos. La música de Son Lux —el trío detrás de Everything Everywhere All at Once— acentúa ese tono melancólico y reflexivo, añadiendo textura emocional sin volverse invasiva. Lo que queda es una cinta que no solo entretiene, sino que acompaña, y en el mejor de los casos, consuela.
Un elenco heróico
Florence Pugh se consolida como el corazón emocional de Thunderbolts*, interpretando a una Yelena más quebrada, en duelo constante por su pasado, por su hermana y por la identidad que alguna vez creyó tener. La relación con Red Guardian (David Harbour) es tensa, pero también una de las más cálidas del filme. Sebastian Stan da vida a un Bucky introspectivo, menos reactivo y más reflexivo, afianzado en su nuevo rol dentro del tablero político. Julia Louis-Dreyfus, por su parte, encuentra por fin un vehículo para explotar el potencial de Valentina Allegra de Fontaine: una operadora poderosa, manipuladora, pero también desesperada por controlar el relato público sobre su figura. Su humor seco aporta ironía sin sabotear el drama.
Una historia de inadaptados con algo que decir
Póster




La tensión no proviene del peligro en la misión, sino de la imposibilidad de estos personajes para confiar unos en otros. Antes de poder salvar al mundo y convertirse en héroes, el grupo debe explorar su oscuridad para sanar y trabajar juntos para salvarse entre ellos. La química disfuncional del grupo genera momentos tan incómodos como entrañables, con diálogos cargados de ironía y escenas que, entre risas y confrontaciones, revelan lo frágil que puede ser un intento de redención. El resultado es una película que, sin volverse solemne, abraza el caos emocional con una sensibilidad refrescante. Thunderbolts* ofrece un enfoque terapéutico —para personajes y audiencia— la convierte en una anomalía bien recibida en un género que parecía haber agotado su capacidad de evolución.


Entre Guardianes y Escuadrones, pero con alma propia
La idea de un equipo de antihéroes no es nueva —Guardianes de la Galaxia, Suicide Squad—, pero Thunderbolts* no imita, sino que talla su propio espacio. Su enfoque gris, su atención al trauma hace que se sienta como algo distinto dentro del UCM. Aquí no se trata de ocultar las cicatrices, sino de mirarlas de frente, aprender a convivir con ellas y, si hay suerte, compartir la carga. En una era donde Marvel se siente cada vez más maquinal, esta película regresa a los personajes, a sus heridas, y a ese delicado intento por volver a creer que pueden ser mejores. Lo mejor: no necesitas haber visto todo para entenderla. Solo necesitas querer entender a quienes están rotos.




A este elenco se suma Lewis Pullman como Bob, un personaje enigmático y emocionalmente devastado que, con miradas y silencios, logra evocar una oscuridad conmovedora. La forma en que Pullman habita este rol permite que cobre vida el complejo trabajo de Pearson y Calo en el guion: Bob no solo arrastra sus propios demonios, sino que encuentra un inesperado eco emocional en Yelena. Entre ambos se construye una conexión profunda, casi inevitable, que resuena a lo largo del filme con una química poderosa y dolorosa a la vez.
¿Thunderbolts* rescata al UCM?
No redefine el género, pero es una luz que nos da esperanza. Thunderbolts* no viene a cambiar el juego, sino a recordar por qué empezamos a jugar: por los personajes vulnerables, dañados, humanos e historias que vale la pena ver en la pantalla grande. En ese intento por hacer las cosas diferente, Marvel encuentra una voz que parecía haberse apagado. La cinta no ignora el espectáculo, pero lo pone en segundo plano para contar una historia honesta y con profundidad. Y sí, la escena postcréditos deja claro que este es solo el comienzo para este equipo disfuncional, tal vez el más humano que ha tenido el UCM en mucho tiempo.