Regresan a las salas de cine Miguel Arteta y Salma Hayek, esta vez en una comedia que le hace honor a las fechas que conmemoran la amistad.
Por muchos años hemos visto repetidamente en cartelera el modelo de comedia que coloquialmente conocemos como Chick flick: Las protagonistas son mujeres guapas que suelen tener novios terribles (Legally Blonde de Robert Luketic y Leap Year de Anand Tucker, por ejemplo), y que conforme avanza la trama caen en clichés como los cambios de look (Devil wears Prada, de David Frankel), el encuentro fortuito con su media naranja (The Notebook, Nick Cassavetes), y, por supuesto, la anhelada boda (Sex and the city, Michael Patrick King). A medida que los tiempos cambian, entendemos que este concepto está ya desgastado y que necesitamos modificar las historias para erradicar mensajes incorrectos.
En esta base es donde cabe hablar de Like a boss (en México distribuida como Socias en guerra). Es la nueva película del puertorriqueño Miguel Arteta, donde las protagonistas son dos mejores amigas llamadas Mia y Mel (Tiffany Haddish y Rose Byrne, respectivamente), quienes construyeron juntas una pequeña compañía que va saliendo a flote gracias a sus buenos productos y la ayuda de sus empleados (Jennifer Coolidge y Billy Porter). A pesar de esto, sus números siguen siendo rojos, hasta que la magnate del rubro, Claire Luna (Salma Hayek), hace su aparición y les ofrece algo que no parece del todo convincente, pero que puede salvarlas de la quiebra. Es así como las dos amigas se confrontan como nunca antes, y reevalúan sus prioridades como mujeres y empresarias.
Socias en guerra es una comedia sencilla, no aspira a más. Los gags son simples y echan mano de la exageración para acrecentarlos. Salma se enorgullece de su papel de villana, se ve inmediatamente que disfruta sobreactuándolo, y no podemos pedirle menos si trae unos enormes tacones dorados y un extraño pelo casi naranja. Rose Byrne está muy bien en su papel de “chica bien portada”, pero es Tiffany Haddish quien provoca la mayor cantidad de risas, y es gracias a que también se le nota cómoda en la fanfarronería. Billy Porter está fantástico a pesar de sus breves apariciones, y el cameo de uno de los personajes de Friends se siente como una acentuación del tema principal del filme: La amistad. Lo verdaderamente destacable de la cinta (regresando a lo mencionado respecto a las chick flicks) es que aquí hay un par de temas que afortunadamente se omiten: Ninguno de los personajes involucrados tiene una relación romántica que sobresalga u opaque la historia de las amigas; y no existe el famoso cambio de imagen en la que el patito feo se vuelve cisne. El mensaje principal que Mia y Mel quieren dar a las mujeres que consumen sus productos es claro y adecuado: Ya eres bonita siendo quien eres. Estas dos situaciones son un pequeño twist en ese mar de tramas para mujeres que se repiten hasta el hartazgo, y si bien hay películas más profundas que igualmente proyectan estos mensajes, se agradece que haya una comedia simplona que también busque subrayarlo.
Los que vimos a Arteta dirigir a Salma en Beatriz at dinner quedamos sorprendidos del cambio entre una película y otra. La anterior era un mensaje intenso con una protagonista sin maquillaje ni vestuarios ostentosos, y eso es también hace valioso a este dúo: Pasaron del drama a la carcajada sin temor. Socias en guerra quizá quede en el tiempo relegada como una comedia más, pero los pasitos que dio para modificar un modelo anticuado se quedarán como su valiosa aportación en el género.
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