Ya está en cartelera Jojo Rabbit, nominada a 6 categorías en los próximos premios Oscar. Desbordante en carisma, la nueva cinta de Taika Waititi tiene un mensaje que vale la pena ver.
"La comedia ha sido, durante miles y miles de años, una forma de conectar audiencias y entregar mensajes más profundos, desarmándolas y abriéndolas para recibirlos", dijo Taika Waititi en una reciente entrevista, y esta frase es una buena base para empezar a hablar de Jojo Rabbit, su más reciente filme, que fue premiado con el People’s Choice Award en el Festival Internacional de Cine de Toronto el pasado Septiembre.
Jojo Rabbit es la película basada en el libro de la neozelandesa Christine Leunens, llamado Caging Skies. Es la historia de Johannes Betzler (Roman Griffin Davies), un pequeño de 10 años cegado por su fanatismo a Hitler, tanto así que se inventa un amigo imaginario por demás original (interpretado por el propio Taika Waititi). Vive con su amorosa madre Rosie (Scarlett Johansson) y participa en las juventudes Hitlerianas, que se encuentran bajo el mando del carismático Capitán Klenzendorf (Sam Rockwell) y de la extrema Fräulein Rahm (Rebel Wilson). Johannes proclama su nazismo a los cuatro vientos orgulloso de lo que sucede en su país, hasta que el encuentro con una persona que no tiene ese pensamiento (Thomasin McKenzie) lo hace repensar sus creencias.
Esta sinopsis suena a una película que trata de la segunda guerra mundial, pero sería un error adentrarnos a Jojo Rabbit pensando que esa es la idea principal. Es cierto que utiliza el contexto bélico como escenario principal, pero es importante entender que su mensaje es, antes que todo, la bondad, el cariño y la empatía, y logra darlo apoyándose en las sonrisas y hasta carcajadas que consigue en su público. Johannes es un niño cuya inocencia nos sobrepasa, y la de su amigo Yorki (Archie Yates) acentúa esta misma de una manera adorable. Los escenarios del cinematógrafo Mihai Mălaimare Jr. nos llevan de los grises y verdes militar a los hogares de tonos pastel que enmarcan bien el mencionado mensaje (y una simetría que completa lo agradable del cuadro). La calidez de Scarlett es uno de los factores más importantes, y Waititi se luce interpretando a un mejor amigo de rostro expresivo y ademanes exagerados. Jojo Rabbit es, en conjunto, una película que pretende ser comedia y carisma, y su resultado en esos aspectos es más que satisfactorio. Se le ha acusado de no darle solemnidad a algo tan importante como la guerra, de caricaturizar el nazismo y de ser una mala sátira, pero el problema sería querer tomar en serio un diálogo que resalta en ternura y corazón, que nos muestra a la rebeldía de la manera más encantadora.
"El esnobismo de la cinematografía es esta idea ridícula de que la comedia no es arte o que la comedia no puede cambiar el mundo o que la comedia no puede cambiar a la gente, que básicamente hay que deprimir a una audiencia para que sea significativa", dijo Taika, y así entendemos que no está mal llamarle “feel good movie” a Jojo Rabbit, porque justo eso es todo lo que intenta, y lo hace bastante bien.
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