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AD ASTRA

Emotivo viaje en el espacio, donde Brad Pitt interpreta a un atormentado astronauta que busca conectar con su familia y pasado.

 


Viendo el poster promocional de la película, podría pensarse que Ad Astra, la nueva cinta de James Gray (que también fue escrita por él, acompañado de Ethan Gross), es esa cinta de aventuras en el espacio, con sus respectivas dificultades y desavenencias (lo creo porque yo caí en ese prejuicio). Aquí es donde aprendemos a que no hay que comprar el libro (o desdeñarlo) por su portada: Ad Astra es mucho más profunda que una película de acción común, y su tema principal no es el universo o sus peligros, sino, asombrosamente, la introspección y los lazos que nos unen a seres queridos.



Brad Pitt encarna al Mayor Roy McBride, quien es requerido para detener el proyecto de su padre, el reconocidísimo y admirado astronauta Clifford McBride (interpretado por Tommy Lee Jones), que se encontraba desde hace más de 20 años en Neptuno buscando vida inteligente, al que además prácticamente daban por desaparecido. Es así como Roy McBride realiza un viaje para contactarlo con el fin de que no continúe su exploración, ya que han descubierto que está causando daños más grandes de los que alcanza a enterarse.


Durante toda esta trama, que está cargada de solitarios espacios interminables y una notable ausencia de sonidos, que Roy, quien es una persona socialmente ansiosa e introvertida, se dedica a reflexionar acerca de lo mucho que la carrera y grandiosidad de su padre han influido en él, y cómo esto ha fluido entre ser una admiración y una loza que está harto de cargar. Hay varias secuencias en las que lo vemos pensar en qué está sucediendo con su propia vida y cómo es que a partir de la ausencia de su padre se le ha dificultado relacionarse normalmente, lo que nos lleva a cuestionarnos cómo es que nos dejamos llevar por lazos familiares, y muchas veces engrandecemos a la gente sin saber lo que esa percepción causa en ellos y en nosotros.



Con una excelente fotografía de Hoyte Van Hoytema (quien nos regala espacios de calma con reminiscencias de vida natural, y también secuencias de acción con monstruos y vehículos que se disputan las tierras), James Gray nos trae una cinta cuyo mensaje, si bien puede resultar un poco lento, es principalmente que poner a las personas en un pedestal difícilmente trae cosas buenas, porque siempre es importante tener presente que no somos nuestros logros ni nuestras medallas, sino humanos con errores, manías y preguntas que hacen lo posible por mantenerse a salvo en el caos de la vida, y del espacio mismo.






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